jueves, 4 de diciembre de 2008

Los ideales revolucionarios: La lucha por la libertad y la igualdad que cambiaron el rumbo de la historia


Constanza Escobar, Carol Valverde, Belén Mardonez, Valentina Astudillo, Antonieta Vásquez.
A lo largo de la historia de la humanidad se han producido un sinnúmero de acontecimientos que han provocado cambios en las estructuras sociales y económicas del mundo. Estas transformaciones, que en algunos casos han sido radicales respecto al pasado y son conocidas bajo el término de revolución.
Una revolución se puede producir en variados aspectos en un mismo período, ya sea en el ámbito religioso, político, económico, cultural y social. Estos profundos cambios se pueden apreciar como una ruptura del orden establecido, y un claro enfrentamiento entre dos fuerzas: por un lado al grupo de conservadores, es decir aquellos partidarios de mantener las viejas estructuras, y por otro, los afiliados a la idea de derribar los viejos estamentos para crear otros nuevos. Son estos últimos los partidarios de una revolución.
Debemos entender a las revoluciones como una consecuencia de un largo proceso histórico y construcciones colectivas. Para que una revolución surja es necesario que exista una nueva cohesión de intereses frente a una vieja unión de estos.
En el siglo XVIII se desarrollaron dos procesos revolucionarios de gran envergadura: La Revolución Francesa y la Revolución Industrial; ambas son consideras las bases para la conformación del mundo contemporáneo.
La Revolución Francesa es un acontecimiento histórico con que muchos historiadores dan inicio a la Época Contemporánea. Esta revolución se presenta como un acontecimiento político con consecuencias económicas y sociales, cuyo principal objetivo era abolir las instituciones del Antiguo Régimen (monarquías absolutas).


A pesar de que Francia a fines del siglo XVIII era considerado una de las grandes potencias en el continente europeo, la monarquía se estancó en su desarrollo interno, sufriendo conflictos en su política internacional. El absolutismo se tornó ineficiente ya que no sea realizaron oportunamente las reformas necesarias para las nuevas ideologías y las nuevas condiciones sociales. A partir de a mediados siglo XVIII se comenzó a gestar un antagonismo entre el estado y la sociedad. En el pueblo francés crece el descontento y los intelectuales de la época comenzaron a criticar a los estamentos privilegiados y el dominio tiránico de las monarquías absolutas.
Una de las causas más profundas de los problemas que acaecían en Francia era que en esencia, se seguían manteniendo en los aspectos más importantes de la sociedad los ideales feudales, en el cual cada individuo pertenecía a uno de los tres estamentos. Cada estamento estaba constituido a partir del linaje, por lo que las condiciones de nobleza y tercer estado eran irreversibles, y por lo tanto, dependiendo de su estamento, se definía el estilo de vida, estatus y los derechos que poseería cada habitante de Francia. Este es un claro de ejemplo del cambio posterior que traería consigo la Revolución Francesa, puesto que en la actualidad, las condiciones socioeconómicas de los individuos, están enmarcadas dentro de procesos dinámicos, ya que no corresponden a realidades fijas y establecidas, por lo que pueden cambiar a través del tiempo.
La situación de desigualdad en Francia continuó creciendo, comenzando un anacronismo en la sociedad, debido a que chocaban con las nuevas corrientes sociales, económicas, políticas e ideológicas de la época.
La crisis económica que afectaba a Francia se acentuaba cada vez más, y la inconformidad del tercer estado iba en ascenso, debido a que eran éstos los que resultaban más afectados. La gente empieza a creer que es capaz de rehacer casi toda la sociedad, y como deseo utópico querían cambiar hasta el rumbo de la naturaleza humana.
Sumado a esto, las malas gestiones del rey de la época, Luis XVI, incrementaron las pérdidas económicas para Francia, provocando un cuestionamiento acerca de el rol del rey. Existía un sentimiento de decadencia nacional, provocado por el déficit de las arcas fiscales a raíz de la ayuda prestada a los norteamericanos para la guerra de su independencia, transformándose ésta, en la causa directa de la revolución. Es aquí cuando comienzan los conflictos con la nobleza, puesto que se planteó la idea de que estos pagasen impuestos, propuesta a la cual se oponen por sus privilegios, y exigen al rey la destitución de los responsables de aquellas ideas, entre ellos Jacques Necker.

Tras la destitución de Necker, el pueblo decidió pronunciarse ante el rey, expresando su malestar mediante la toma de la Bastilla, proceso que da inicio a la Revolución Francesa.
Tras esta revolución se proyectaron y expandieron las ideas de libertad, igualdad y fraternidad entre los seres humanos. Así como los derechos de propiedad, libertad de trabajo, comercio e industria.
Simultáneamente con los cambios políticos y sociales originados en el mundo occidental al finalizar el siglo XVIII y durante los comienzos del siglo XIX, se produjo una profunda transformación económica que ha dado a nuestra cultura una nueva fisonomía: La Revolución Industrial.
La Revolución Industrial recibe este nombre debido a los profundos y radicales cambios que se produjeron en la industria, gracias a los avances tecnológicos y científicos. Sus consecuencias provocaron cambios significativos en las tradicionales estructuras productivas (agrarias e industriales) y transformaciones en el ámbito financiero y comercial.
La pasión que se sentía por la ciencia era tan grande como su convicción de que debían servir para mejorar toda la humanidad, y eso dio paso a todas las Revoluciones del siglo XVIII.
En el siglo XIX se expanden por toda la nación Europea nuevas técnicas en el ámbito laboral, que cambia completamente la economía y la sociedad; gracias a esto se cambia del mundo rural a las grandes ciudades, del taller a la fábrica, y del trabajo manual a la máquina. Esta nueva forma de trabajo estimula a una sociedad burguesa profesional que sustituye al Terrateniente.
“Desde el punto de vista estrictamente técnico y económico la Revolución Industrial puede definirse como el proceso por medio del cual la sociedad tuvo la capacidad de ampliar las fuentes de energía inanimada”[1]
En esta cita no se pone de manifiesto ni sus orígenes ni sus consecuencias económicas, culturales, sociales y políticas.
La Revolución Industrial es de tal envergadura que no se puede explicar con rasgos sencillos. La sociedad Industrial evoluciona de manera continua, cada cambio necesita de otro.
La estructura de la sociedad en tiempos de revolución consta de dos pilares fundamentales. Por una parte el tema político por la confrontación de un monarca absolutista y un pueblo influenciado por una filosofía liberal; social por las reivindicaciones en el ámbito laboral en cuanto al empleo y los salarios, etc.
Los dirigentes de las revoluciones son políticos de carácter hostil; los encargados de dirigir e informar (la prensa) tomaron parte un papel protagónico por primera vez en la historia; en cuanto a los estudiantes se calcula que de los ocho mil ciudadanos que participaron activamente en las barricadas y confrontaciones, dos o tres centenares eran estudiantes; y como así muchos mas que pusieron en juego y arriesgando sus vidas por una mejor estructura social.
Para beneficio de la elite social y la clase obrera, la Revolución Industrial continúa su curso dejando beneficios a ambas partes, a través de las mediaciones humanistas y el avance tecnológico, canalizando su impacto.

Tanto la Revolución Francesa como la Industrial, son consideras por la mayoría de los historiadores como el acontecimiento que da paso a una nueva época. La transición de la Época Moderna a la Contemporánea.
En la época moderna comienza a regir un nuevo pensamiento. El carácter teocéntrico de la sociedad medieval es cambiado por el antropocentrismo. El hombre siente que es el protagonista de la historia, y que las cosas pueden tener una explicación racional. Es la época donde triunfan los ideales modernos: el progreso y la razón.
El paso de la Edad Media a la Moderna fue consecuencia de un cambio en la mentalidad de las personas, las que buscaban nuevos horizontes geográficos y filosóficos.
Algo similar ocurre en la transición a la Época Contemporánea, a la que se llega mediante un cambio en los ideales y modos de pensar de las personas.
La Revolución Francesa, como también la Industrial dejaron como legado los ideales revolucionarios, que en algún periodo de la historia movieron masas y permitieron los cambios que modificaron el curso de la historia.
La Época Contemporánea es ante todo una época de revoluciones, las que nos permiten contemplar como la humanidad se ha transformado profundamente en un determinado periodo de tiempo.
Desde fines del siglo XVIII, se modificaran levemente las formas de pensar y actuar de los individuos, los sistemas políticos, la economía, el arte, la educación.
Los cambios en el mundo de las ideas comenzaron a gestarse a partir del siglo XIV, concretándose durante los siglos XV, XVI, XVII y XVIII, con el humanismo renacentista, la reforma protestante, el racionalismo, y que alcanzaron su realización máxima durante los siglos XVIII y XIX con las revoluciones, las que afectaron todo el devenir humano.


El mundo Contemporáneo se vio configurado a partir de las nuevas corrientes ideológicas surgidas gracias a la revolución. La búsqueda de la igualdad y libertad permitió la transformación del mundo político, pasando de las monarquías absolutas de la Época Moderna, a los tres tipos de regimenes políticos que se presentaran Edad Contemporánea: El liberalismo, la democracia y los autoritarismos.
Los procesos revolucionarios acabaron con la estructura jurídica de la sociedad del antiguo régimen, para instaurar las clases sociales. La nobleza, el clero y el estado llano se sustituyeron por una organización de la sociedad, no basada en el linaje o en un rol especifico dentro de la sociedad, sino en la capacidad de las personas, sea ésta económica, intelectual o política.
Los ideales de la nueva época se centraran en las doctrinas liberales y socialistas, que dan paso a una visión más individualista y materialista de la sociedad.
La Edad Contemporánea fortalece asombrosamente la tendencia a la modernización, principalmente porque significa el momento de triunfo y desarrollo de las potencias económicas y sociales que durante la Edad Moderna se iban gestando lentamente: el capitalismo y la burguesía; y las entidades políticas que lo hacen de forma paralela: la nación y el Estado.

Si bien, durante la Edad Moderna existía un sentimiento de identificación cultural y nacional de sus habitantes, este decayó progresivamente, ya que la población vulnerable comenzó a sentir más fuerte la marginación social y abusos de poder por parte de los dos estamentos más poderosos. De esta forma, comenzaron a nacer nuevas de expectativas de vida, reflejadas en nuevos ideales que darían paso posteriormente a las revoluciones.
Con la revolución Francesa e Industrial se produce un cambio de época, ya que se cambia de manera radical el pensamiento de las personas, que movidas por un sentimiento de anhelo de libertad e igualdad, luchan por obtener reconocimiento, libertad y derechos constitucionales, sin hacer distinción entre los grupos sociales existentes.
Como en todo proceso histórico, en ambas revoluciones, es posible identificar efectos positivos y negativos para la humanidad.
La revolución francesa demostró que la republica era un gobierno que podía funcionar, de esta manera se dejaba atrás a los gobiernos monárquicos que muchas veces se caracterizaban por ser poco justos. Además se reconoció la igualdad y los derechos de los ciudadanos, principios fundamentales para las actuales sociedades.
Al incorporarse la máquina al mundo de la producción, surgieron grandes fábricas con mayor número de trabajadores, aumentó la producción y se redujo el tiempo empleado en la elaboración de los productos gracias a la nueva tecnología. También hubo avances en el transporte con la invención del ferrocarril y la utilización de nuevas fuentes de energía como el carbón, permitiendo acortar las distancias de un lugar a otro, lo que además facilitó el intercambio comercial. De esta forma, se reunieron grandes sumas de dinero, lo que afianzó el capitalismo. Este se define como régimen económico que se caracteriza por los siguientes aspectos: propiedad privada de los medios de producción, la libre competencia y la facilidad de obtener el máximo beneficio por parte de las empresas.
Para la época la sociedad era aún “inmadura” para adaptarse a los “nuevos tiempos”, por lo tanto, los ideales que movieron la revolución francesa tuvieron que ser trabajados paulatinamente hasta lograr una forma de gobierno realmente representativa y que garantizara los derechos de las personas. En medio de este proceso hubo descontentos sociales, gobiernos autoritarios y personalistas (Robespierre y Napoleón) y lucha de poder.
La revolución industrial por su parte, dejó en evidencia un conjunto de problemas sociales que afectaron principalmente a los trabajadores y su familia.

En ambas revoluciones incentivadas por los ideales de libertad e igualdad, cambiaron el rumbo de la historia, permitiendo la transición de época.
Si bien cierto, han pasado siglos desde que la Revolución Francesa e Industrial tuvieron lugar en el viejo continente, sus consecuencias prevalecen en el tiempo, y han sido una base para el progreso de las sociedades actuales.
A pesar de que estas revoluciones marcaron una época del terror, hoy son consideradas un elemento clave para la humanidad, ya que lograron establecer la igualdad mediante la creación de los derechos del hombre que actualmente son inherentes a estos y que sientan sus bases en los principios de igualdad, fraternidad y libertad propios de la revolución.


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Bibliografía:
Francisco Frías Valenzuela, “Historia General, Época Contemporánea”, (Ed. Nacimiento, Stgo, 1966)
[1] Ricardo Krebs, “La breve Historia Universal”, (Ed. Universitaria, Stgo, 1982)

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